Titulares

De bragas va la cosa …

¡Ah, la política! Siempre nos regala momentos dignos de un buen guion de comedia. Esta vez, el escenario es la Junta de Andalucía, donde la Consejera de Salud y Consumo, con su reciente declaración, nos ha dejado a todos con la boca abierta y una sonrisa incrédula en el rostro. Parece que la Consejera no se ha enterado de que su propia consejería está contratando las famosas ambulancias tipo A1 que ella asegura no existen en las redes de urgencias. ¡Vaya sorpresa!

Imaginemos la escena: la Consejera, con toda la solemnidad y confianza, declara ante los medios que en las redes de urgencias de Andalucía no hay ni una sola ambulancia tipo A1. Mientras tanto, en alguna oficina de la misma consejería, un empleado anónimo se lleva las manos a la cabeza al escucharla, pensando: “Pero, ¿no fue ella quien firmó los contratos para estas ambulancias?”.

Esta metedura de pata merece un lugar de honor en el salón de la fama de los deslices políticos. Es como si en un concurso de cocina el chef principal negara la existencia del ingrediente secreto mientras lo agita en la olla. Aquí, en lugar de una olla, tenemos licitaciones públicas, claramente visibles y accesibles para todo el que quiera verlas. ¡Y vaya que las hemos visto!

El documento de licitación es claro: se contratan ambulancias tipo A1. Ahí, negro sobre blanco, firmado y sellado, dejando en evidencia que la señora Consejera, en esta ocasión, ha hecho una actuación digna de un sketch de humor. Imaginemos por un momento el caos en la oficina: papeles volando, llamadas urgentes, correos electrónicos con el asunto «URGENTE: ¿Qué hacemos ahora?». Mientras tanto, las redes sociales no tardan en inundarse con memes, chistes y comentarios sarcásticos.

Algunos dirán que esto es solo un error, un pequeño desliz. Pero, ¿cómo no aprovechar la oportunidad para añadir un poco de sal y pimienta a este soso guiso político? Por un lado, podríamos considerar la posibilidad de que en la consejería haya una especie de agujero negro burocrático que absorbe y desvanece la información antes de llegar a los despachos superiores. O quizás, la Consejera está tan ocupada salvando al mundo que no tiene tiempo de leer los documentos que pasan por sus manos. ¡Quién sabe!

Lo que sí sabemos es que esta historia nos deja una valiosa lección: siempre, siempre revisa dos veces lo que vas a decir en público. Especialmente si hay documentos oficiales que te pueden dejar en evidencia. Mientras tanto, nosotros seguiremos atentos, esperando la próxima joya que nos regale la política, siempre lista para hacernos reír… o llorar.

Y a la señora Consejera, solo le decimos: tranquila, que de estos lapsus vive la política. Pero, por favor, la próxima vez, revise bien los papeles antes de hacer una declaración. Porque, al final del día, todos podemos tener un mal día, pero pocos logran que se les «caigan las bragas» de una manera tan espectacular y pública. ¡Ánimo, que seguro vendrán tiempos mejores y declaraciones más acertadas!

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